La peligrosa alianza de los regímenes comunistas de China y Cuba contra Taiwán

Antecedentes históricos

En 1949, tras la derrota de los nacionalistas chinos liderados por el General Chiang Kai-sek y su retirada a la Isla de Taiwán, comenzó una saga que aún no ha sido resuelta por la fracturada nación china.

La República de Cuba, que en ese momento gozaba de un gobierno democrático, y de un crecimiento económico sostenido, no reconoció en 1949 al régimen comunista chino, reconociendo en cambio a la República de China en Taiwán.

El 2 de septiembre de 1960, en la Primera Declaración de La Habana, el dictador Fidel Castro anunció el rompimiento de relaciones diplomáticas con Taiwán, y el reconocimiento a la República Popular China (comunista). A partir de ese momento, se suscitaron visitas de alto nivel entre el recién instaurado sistema comunista de Cuba y el régimen chino en 1960 y 1965, y en 1961 la visita de Osvaldo Dorticós, presidente nombrado a principios de la dictadura castrista. Fue China quien firmó el primer acuerdo de colaboración en economía y tecnología con Cuba, otorgándole un crédito gubernamental sin intereses para que Cuba comprara productos agrícolas chinos.

Al consolidarse la alianza de Cuba con la Unión Soviética, y en medio del conflicto en Africa, se enfriaron las relaciones entre China y Cuba.

No es a partir de la década del ochenta que comienza nuevamente el acercamiento entre ambas dictaduras, y ya para 1989, el apoyo de La Habana a la masacre de la Plaza de Tiannamen, abre un nuevo capítulo de intercambios y visitas. En 1995, en pleno período especial en Cuba, luego del derrumbe del bloque comunista en Europa del Este, Fidel Castro visitó China, y en 1993 se había producido la visita de Jiang Zemin que luego volvió a la Isla a principios de la década del 2000. En 1997, Raúl Castro realizó un viaje oficial a Pekín. Estas visitas por parte de los hermanos Castro se repitieron en el 2003 (Fidel) y el 2005 (Raúl). Cuba es el único país latinoamericano que ha sido incluido en las giras de los presidentes del régimen chino durante el Siglo XXI. (Jiang, 2001 y Hu Jintao 2004 y 2008 y Xi Jinping, 2014).

El apoyo del régimen cubano al régimen chino ante la Comisión primero, y luego el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha sido permanente. En marzo de 2021, cuando el mundo libre condenó la violación de los derechos humanos y calificó de genocidio el trato del régimen chino a los pueblos musulmanes Uighurs y otros musulmanes en Xinjiang y las regiones occidentales de China, Cuba habló ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para apoyar al régimen chino, y logró reunir a 64 países para apoyar “la no injerencia en los asuntos internos de China”. Asimismo, Cuba ha apoyado la represión contra los tibetanos y la población de Hong Kong en varias ocasiones en este mismo foro internacional.

Y como lo hizo Cuba luego de la represión contra los estudiantes de Tiannamen en su apoyo a las medidas represivas de China en 1989, asimismo lo hizo Xi Jinping el 30 de agosto de 2021, después de las protestas masivas del pueblo cubano, y la represión violenta del castrismo contra su propio pueblo a fines de julio de ese año. El 24 de agosto de 2023, Xi Jinping reiteró su apoyo a La Habana y su defensa de la “soberanía nacional”. Y ya China y sus “diplomáticos” ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se había prestado y continua prestándose a bloquear la participación y el testimonio de víctimas de la represión en Cuba que buscan ser escuchados ante la ONU a través de organizaciones internacionales de derechos humanos. La misma estrategia la utilizan los personeros de La Habana contra los chinos disidentes, o funcionarios taiwaneses que intentan participar a través de organizaciones de la sociedad civil internacional en este foro.

Una alianza estratégica para promover el modelo comunista chino e infiltrar los países libres

Taiwán que, a fines de la década del 60 sostenía relaciones diplomáticas con 71 países, a fines de la década del 70 el número de países había disminuido a 21 (1978), y al cerrar su embajada en Montevideo en 1988, contaba solamente con 11 países en el hemisferio occidental con los cuales tenía relaciones diplomáticas. Cuba fue el primer país latinoamericano en reconocer a la República Popular China (comunista) y romper relaciones diplomáticas con la República de China (en Taiwán).

En enero de 2025, el Instituto Lowy, publicó un estudio en el que se afirma que en el seno de la Organización de Naciones Unidas, 119 países (el 62% de los estados miembros) reivindicaron a China sobre Taiwán, reconociendo como legítimo representante de China a la República Popular China. De estos países 89 respaldaron los esfuerzos de unificación de China comunista con respecto a Taiwán, que consideran a Taiwán parte de China continental, y de alguna manera condonarían una invasión militar.

El 25 de septiembre de 2024, Cuba fue el principal gestor de una declaración conjunta en el seno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de casi 80 países “enfatizando la soberanía, la independencia y la integridad territorial de China comunista y la no interferencia en los asuntos internos” y mencionando los problemas en Xinjiang, Xizang, y Hong Kong como ejemplos de politización. Esta declaración facilitó el voto de apoyo a la República Popular China.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) realizó una declaración de apoyo a la República Popular China en agosto de 2022 aludiendo a la política de “una sola China” adoptada por la Asamblea General de la ONU en la Resolución 2758, el 25 de octubre de 1971.

El apoyo del régimen de Cuba al régimen chino no ha sido solamente diplomático. El 20 de junio de 2018, Cuba firmó “La Franja y la Ruta”, una campaña lanzada por Pekín para “ayudar” a países del mundo con recursos financieros e insumos, convirtiéndose en uno de los primeros países de América Latina en sumarse a esta campaña. De acuerdo al régimen chino, este esfuerzo busca el “desarrollo sostenible y la cooperación entre China y otros países” pero constituye una manera de entrar a los países más vulnerables y colonizar utilizando la ayuda monetaria.

En noviembre de 2020, los gobiernos de Taiwán y Estados Unidos anunciaron una iniciativa para frenar “La Franja y la Ruta” por considerar que busca y promueve la hegemonía del régimen chino a nivel mundial, utiliza fondos gubernamentales, y acuerdos entre estados, más que la promoción del capital privado y la economía de mercado. “El objetivo de la alianza es lograr financiamiento para infraestructura de forma más transparente que la propuesta por Pekín”, afirma un artículo de Infobae sobre el tema.

De manera que el reconocimiento diplomático, y de las organizaciones internacionales de Taiwán ha sido la batalla de los últimos cincuenta años, haciéndose cada día más tensa la situación. Sin embargo, una vez que China comunista lograra mayor reconocimiento diplomático sobre todo a partir de 1979 cuando Estados Unidos decidió reanudar relaciones con China y romper relaciones con Taiwán, el conflicto se mantuvo latente. Fue en el 2017 cuando Pekín comenzó a bloquear activamente la participación de Taipei en la Organización Mundial de la Salud. En el 2009, esta entidad internacional concedió a Taiwán la oportunidad de ser observador hasta el 2016. En octubre de 2016 la Asociación Mundial de la Salud, reunida en Taipei, firmó la Declaración de Taipei, que incluye una serie de preceptos de la ética médica y de la colaboración internacional en cuanto a “la recopilación, el almacenamiento y el uso de la información y el material biológico identificables más allá de la atención individual de pacientes. En conformidad con la Declaración de Helsinki, proporciona principios éticos adicionales para su uso en bases de datos de salud y biobancos.” En mayo de 2024, esta misma organización apoyó a Taiwán en su reclamo de participar en las organizaciones internacionales de la salud.

Durante la pandemia del COVID 19, Taiwán logró uno de los índices de contagio y muertes más bajos del mundo sin utilizar confinamientos. Pero para ese momento del 2020, China había bloqueado la participación de Taiwán. Por el contrario, en China, con las medidas coercitivas, el encierro y la imposición del régimen sobre la población, sin contar con la desaparición y encarcelamiento de médicos y periodistas que denunciaron la realidad en el país, las muertes y el contagio fueron muy superiores.

En esa etapa se fortalecieron los nexos entre China y Cuba en cuanto a laboratorios de investigación científica, biotecnología y fármacos. En un artículo publicado en febrero de 2020 por el medio oficialista chino Xinhuanet, se afirma que “la cooperación biotecnológica entre los dos países tiene más de 15 años y se inició en 2004 cuando los entonces presidentes Fidel Castro y Hu Jintao asistieron a la firma de un memorando de entendimiento que sirvió de marco legal para desarrollar más tarde esos lazos”. Ya para septiembre de 2024 los regímenes de China y Cuba anunciaron la creación de un laboratorio diagnóstico con sede en el país asiático.

Es bien sabido que durante la presencia soviética en Cuba, los rusos instruyeron a los cubanos en el desarrollo y uso de las armas bacteriológicas. Desde la década del 90 se ha documentado esto. El reporte “La amenaza cubana a la seguridad nacional de EE.UU.”, enviado el 6 de mayo de 1998 y preparado conjuntamente por la Agencia de Inteligencia de la Defensa, la Agencia Central de inteligencia, el Buró de Inteligencia del Departamento de Estado, la Agencia Nacional de Seguridad y la Sección de inteligencia del Comando Sur, afirma: “Cuba actualmente tiene capacidad y experiencia para apoyar un programa de armas bacteriológicas, al menos en la etapa de investigación y desarrollo. Cuba tiene una industria biotecnológica de las más avanzadas de los países en vías de desarrollo, y podría ser capaz de producir armas bacteriológicas”.

Si Cuba en la actualidad con la ayuda de China ha habilitado cuatro plantas de espionaje en la Isla, perfectamente puede haber habilitado el antiguo laboratorio Labor Uno para experimentos bacteriológicos, mientras fortalece sus vínculos de cooperación en el campo médico con China, un país que aún debe dar cuentas por lo ocurrido en el laboratorio de Wujan, desde donde parece haberse escapado el Corona Virus, creador de la pandemia del 2020.

Si bien con la República Popular China las relaciones de Cuba están consolidadas, con Taiwán han empeorado.

En febrero del 2012, el régimen cubano prohibió la entrada a la Isla de Chen Chu, alcaldesa de Kaohsiung, quien además había demostrado simpatías por el régimen de La Habana, y que viajaba a Cuba al frente de una delegación taiwanesa para estudiar la agricultura del país.

Lo mismo ocurrió en febrero de 2024, cuando una familia taiwanesa procedente de Canadá intentó ingresar a la Isla, y un funcionario de la aduana cubana lo impidió diciendo que Cuba no reconoce a Taiwán como país ni al pasaporte taiwanés como un documento válido. El gobierno de Taiwán ese mismo mes realizó un llamado a sus nacionales para que no viajaran a Cuba.

A modo de conclusión

Las similitudes históricas de ambas islas, Cuba y Taiwán son realmente sorprendentes. Mientras los anticomunistas chinos que huyeron de la represión comunista en China continental se exiliaron en la isla de Taiwán en 1949, llevando consigo el deseo de volver a su país un día, y han logrado construir a escasas millas del gigante comunista un país libre, desarrollado y que se encuentra entre las economías más libres del mundo; los exiliados cubanos, huyendo también del comunismo a principios de la década del 60, se exiliaron en Estados Unidos, con la esperanza de volver algún día. En la potencia del norte han logrado forjar una de las más pujantes e influentes comunidades exiliadas de Estados Unidos, aportando su iniciativa, talento y conocimiento en un clima de libertad.

La alianza entre el sistema comunista chino y el cubano, es algo natural, pues comparten el mismo interés en contra de los Estados Unidos, en contra del capitalismo, y en contra de la libertad, a pesar de que se aprovechan del capitalismo para enriquecer sus arcas y seguir promoviendo una ideología que produce miseria, represión y falta de oportunidades a los pueblos donde se impone.

El ejemplo de Taiwán es muy cercano a los exiliados cubanos, que ven en este país un ejemplo de lo que pudiera ser Cuba en un futuro en libertad, y además demuestra que lo que ha impedido el desarrollo de Cuba no son las sanciones económicas, sino el comunismo. La alianza entre los regímenes de Cuba y China no solamente es peligrosa para ambos pueblos sino para el mundo, y especialmente para los Estados Unidos, ya que, como en otras ocasiones de la historia, Cuba ha sido y puede ser utilizada para lanzar ataques militares, bacteriológicos, y de espionaje contra el territorio estadounidense. Ni el gobierno de China, ni el gobierno cubano tiene escrúpulos ni límites en cuanto al daño que han causado y el que pudieran causar.

Comisión Mexicana de Derechos Humanos A.C.